ESTA SITUACIÓN, INCLUSO, HA OBLIGADO A QUE EL AYUNTAMIENTO DE SANTO DOMINGO ESTE (ASDE) SUPRIMIERA LAS TARJAS DE METAL DE LAS OBRAS
Al nombre del prócer de la Restauración de la República, Gregorio Luperón, que una vez fue colocado en la escultura que le rinde tributo en la intersección formada por las avenidas Josefa Brea y Padre Castellanos, solo le dejaron tres letras: “RON”, los últimos tres caracteres del apellido del héroe restaurador.
¿El motivo? El raterismo que desde hace unos años ha dicho presente en calles, avenidas, parques y cualquier tipo de instalación que no tenga una vigilancia permanente, máxime si se trata de una obra pública.
Kilómetros al centro de la ciudad, en la plaza del Conservatorio de Música, antiguo zoológico nacional, ha desaparecido parte de la verja perimetral que le resguardaba y servía de punto limítrofe. La escena parece haber llenado de vergüenza a alguien, o ese alguien entendió que podría ser peligroso tener esas aberturas, porque donde estaban las rejas han sido colocados pedazos de madera y palos, todos enlazados por alambres de púas y cables del tendido telefónico.
La situación de raterismo, incluso, ha obligado a que instituciones como el Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE) suprimiera las tarjas de metal de las obras que construyen debido a que es una de las principales piezas que buscan los ladrones por el valor en metálico que éstas les pueden generar.
Ayer, Xiomara Reynoso, encargada de fiscalización de obras del ASDE, dijo que de una vez que las autoridades del cabildo asumieron sus funciones se dieron cuenta de los constantes robos que se habían producido a las obras inauguradas por la primera gestión edilicia del municipio. Ante la identificación de esta problemática, las actuales autoridades municipales decidieron hacer los elementos de identificación en un material que no sea atractivo a los delincuentes para evitar robos.
“Hemos estado instalando letreros en canchas en acrílico, no resulta atractivo al robo pero sí a la vista”, dijo la funcionaria.
Muchas de las piezas que son hurtadas de lugares públicos terminan siendo vendidas a metaleras que procesan su fundición.
Otro ejemplo del robo de metales en la ciudad es el puente Francisco del Rosario Sánchez, conocido como el de la ‘17’, que comunica al Distrito Nacional con el municipio Santo Domingo Este. A esta infraestructura vial también le han robado parte de la verja de protección para el paso peatonal. El hurto a la cosa pública también es comprobable con la desaparición de las tapas de filtrantes en importantes avenidas y calles de la capital.
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